PECES DE COLORES
Omar Mazzeo
La primavera irrumpió con fuerza, y aquella tarde de sol invitaba a
celebrarla. La sola idea de caminar por la rambla con los pulmones bien
abiertos, me hubiera bastado para escapar del apartamento.
En cierto instante, pensé que los cerezos estarían en flor y la paz del
pequeño lago junto a la casa de té japonesa, incomparable. Sin asomo de
dudas cambié por esto último: los jardines del Museo Blanes, en la avenida
Millán.
Las araucarias, más que centenarias, me instalaron frente a la gran
residencia. El rico mirador que corona el edificio, me sedujo como siempre,
y como siempre, las celosías de sus altas ventanas estaban cerradas.
Cierto es que cada lugar, cada rincón, cada camino guarda su
memoria o su leyenda. Pero la historia de ésta, no por repetida deja de ser
emblemática. ¿Por qué no evocarla una vez más?
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Creo que tal vez, más que las demandas judiciales y las
consecuencias de la Guerra Grande, haya sido el rebrote de la epidemia
de fiebre amarilla, lo que decidió a Clara García de Zúñiga a abandonar
el centro de Montevideo. Decidió comprar esa mansión recostada sobre
la orilla izquierda del Miguelete, por los años setenta del siglo XIX. En
ella, según se dice, nació su hijo Roberto de las Carreras, cuando hacía
mucho tiempo que se encontraba separada de su esposo. Más tarde, el
noble mirador, destinado al solaz de las damas y al disfrute de la vista de
sus jardines y huertas, fue convertido en presidio, donde Clara fue obligada
a permanecer cautiva durante años. La muerte de su madre la encontró ya
sin salud ni fuerzas, para enfrentar con éxito a los buitres cebados en su
inmensa fortuna, y a los hipócritas que proclamaban una moral beata y
leguleya, que ellos por supuesto no practicaban. El gobierno patricio de
entonces no inventó nada.
Para vergüenza de la especie, los déspotas de cualquier tiempo
y cultura, han esgrimido la muerte, el destierro y la confiscación, para
deshacerse de los supuestos disidentes de sus intereses y creencias.
Nada distinto hicieron los golpistas del proceso cívico militar,
un siglo después, también por los años setenta. Derrotada la minúscula
guerrilla urbana, permanecieron doce años usurpando el poder y acusando
de sedicioso a quién se manifestara contrario al liberalismo económico, que
solo beneficiaba a los intereses del imperio de turno y sus lacayos. ¿Quién
no sabe de los cientos de personas muertas o desaparecidas y de los miles
de perseguidos políticos que colmaban los cuarteles y manicomios?
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Pero los cerezos, indiferentes y puntuales, ya exhibían orgullosos la
frágil belleza de sus flores blancas, que harían enmudecer al mejor lienzo.
Luego, las líneas de la casa de té lucían la despojada simplicidad del arte
japonés. Y el lago con sus grandes peces de colores, las pequeñas cascadas
y sus linternas antiguas, reflejaba el azul del cielo o el verde follaje del
entorno. El paraíso.
Me acerqué al borde del lago, atraído como siempre por los peces.
Uno de éstos, a escasos centímetros del calzado, espió mi llegada al tiempo
que succionaba los insectos posados en la superficie. Suspendió su faena y
quedó inmóvil, con su profunda boca casi abierta. En ese momento clavó
sus ojos en los míos con pavorosa curiosidad.
“No supo porqué se quedaba allí. No le faltaron deseos de irse
para evitar esa mirada, no por ella sino por miedo de comprender su
significado. En algún momento él intentó cerrar los ojos, pero no pudo,
estaba encandilado. ¿Y esto qué es? Vértigo, nauseas, opresión...
¿Preguntas? Sí, todas las imaginables. ¿Dios? No, por favor. ¡Hay tantos!
Cada cultura tiene su relato y su génesis, que denota la necesidad de
crearse un dios padre todopoderoso. Pagó y paga un alto precio por ese
auto engaño primigenio. Se someten, luego, a la imaginaria voluntad de su
dios, y le atribuyen las leyes que los elegidos o predestinados del grupo
requerían. ¿Quién se puede crear a sí mismo? Un proceso. ¿Por qué creer
que la humanidad será lo que es en este instante, si no sabe lo que fue en el
pasado? Un proceso de duración inimaginable. ¿Acaso no será él, el
resultado de la compleja evolución de algún pez remoto? ¿No
compartiremos los mismos ancestros? Toda la naturaleza, todos los
antepasados, todos los elementos ¿no estaban y están organizados de
distinta manera, en diferentes épocas? Es verdad, la ciencia avanza.
¿Progresa? ¿Cuáles son los límites del desarrollo? Las preguntas siguen
allí, intactas. Él y su laberinto. Vale la pena insistir. De certezas, nada.
¿Qué carajo hace la razón en todo esto? El pez está en el agua igual que él
estuvo en el vientre de su madre. ¿Líquido amniótico? Lo único cierto es
que él está vivo y el pez también. El pez lo observa ansioso. ¿Qué ve?
Imposible saberlo, pero lo observa. Todo gira vertiginosamente... Nombre,
sexo, edad. Domicilio, cédula de identidad, estudios. Títulos de propiedad,
cuentas bancarias, riquezas. Caciques, soberanos, faraones, reyes. Guerras,
fanatismos, matanzas. Dolor, penumbra, hambre. ¡Bah! Todo cabe en el
pequeño espacio que separa, en el mejor de los casos, los pañales de la
mortaja. Disfraces de la sola existencia. Ahora se siente mejor. Un poco
mejor. ¡Increíble! Él ya se vio enfrentado a esa especie de sueño trunco: era
niño... la pecera con forma de pelota de fútbol arriba de la mesa... ¡Sí, sí!
Tendría cuatro o cinco años y miraba con curiosidad la pecera de la tía
vieja. Entonces había pensado lo mismo que ahora, el pez y él existen. Solo
eso, nada más que eso. Pero en aquel momento no tuvo vértigos ni miedo.
¿Qué miedo podría sentir si todo lo que lo rodeaba era asombroso? La
inocencia... de acuerdo, todo le resultaba posible. Ahora el reconocimiento
del estar, lo estremece. Intenta saber el por qué, el para qué, para dónde
corren, él incluido. ¿Tendría que recordar con más frecuencia aquello de
que todo es inútil? ¡No! ¡No! Siente que la especie humana camina hacia
un futuro desconocido, y llegará a convertirse en otra distinta. Él desea que
resulte menos caótica y cruel. Más natural, más feliz. Calma, calma, por
ahora existen tanto el pez como él y cuando todo quede reducido a
elementos sueltos, éstos también existirán”.
Un involuntario movimiento del pie puso en retirada al pez.
Comencé a recomponer una respiración trabajosa. Se había roto el hechizo,
pero quedé absorto, sin preguntas, sin respuestas.
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Fecha de Nacimiento 22/08/1939 Uruguay