Una mujer toca tres veces por semana a la puerta de un hombre, quien le abre en ropas ligeras y la hace pasar con agrado; ella muestra su timidez venida de un interior menudo y casi sacro. Esta vez como de costumbre, la conduce hasta la cama en el centro de una habitación, y le hace el amor una y otra vez hasta que su toro queda rendido… Luego se levanta y le indica que ha llegado la hora de la despedida. Ella nunca siente pena por un trabajo tan especial, ni por el dinero que obtiene; su mente repasa una y otra vez las ternuras recibidas y el brío de un rumiante humano sobre su piel sudorosa.
Un día bochornoso de lluvia cuando las aves dejan el rastro de su olor por las calles de árboles frondosos, después de realizar su habitual trabajo, de regreso a su casa, el vestido se le pega al cuerpo. Un hombre rudo la intercepta y nadie puede ayudarla, y los pájaros revolotean a su alrededor acercándola cada vez más a los brazos codiciosos del desconocido. Se entregó al acto de tortura tal si fuera una monja a la que le arrancan los hábitos en medio de la tormenta.
Deambula como un retrete, sucia y pestilente, sin rumbo, ensimismada en su infortunio —tanto— que no va nunca más al trabajo. Comienza a creer que es una princesa raptada por un ogro, y vive encerrada en una torre, esperando a que un príncipe hermoso la rescate, pero hay pendencieros que afirman que tres veces por semana un hombre toca a su puerta, y ella le abre en ropas ligeras.
Ileana Mulet Batista (Holguín, 1952). Es una destacada artista plástica y poetisa perteneciente a la generación de pintores de los 80. Se ha dado a conocer por su peculiar paisajística lírica, renovadora de los cánones establecidos. Un lenguaje espontáneo, expresionista y cargado del tema histórico de la ciudad colonial que recrea abiertamente en su obra, caracteriza la pintura de Ileana Mulet.
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