Negación en el valle
A solas con mi carne en el valle, separado
del deshonor de la historia y su silbido carnicero,
las verdes colinas cierran el paisaje hacia el oeste
y las nubes bajan pesadas en la desolación
de este hueco frío de mi país.
El pueblo es lluvioso y traicionado
bajo un tiempo que desvanece su nombre. Por sus últimas calles
se ajena una música hasta volverse desconocida
y su lugar usurpa un silencio infecundo, de entraña aterrada.
En el error de ayer sonaron disparos hasta el hueso
y los muertos crecieron para una sola demencia.
¿Pero quién se equivocó para que yo esté vivo?
¿Quién condenó a quién en la oscuridad?
¿Cómo seguir aquí sin entender, optando a ciegas
en una época nocturna? Ahora que estoy separado
en las colinas que me circundan
hay una opción de eternidad inexplicable
para esta conciencia ruinosa. Pero su llamado
no alcanza a lo que huyó: mi costado soñador,
la porción cantante de mi cabeza,
la poseía experimental, la esperanza de un nuevo estilo,
una justicia en la realidad y en el pecho. Ahora
hasta la llovizna en el valle es una especie
de negación y de conocimiento mortal
Nació en 1924 en Buenos Aires y murió el 26 de enero de 2004 en la provincia de Salta. Su obra ejerció una gran influencia en poetas de las generaciones posteriores. Comenzó estudios de ingeniería pero los abandonó para estudiar periodismo. Escribió desde noticias policiales hasta críticas literarias en los diarios Crítica, Crónica, Clarín y La Nación.
En 1958 publicó "Nuestros días mortales" y ganó el premio de la Sociedad Argentina de Escritores. En 1962 empezó a colaborar con la revista Sur que dirigía Victoria Ocampo. Por esa época publicó "Contemporáneo del mundo". En 1967, "Las condiciones de la época" y en 1977, "Señales de una causa personal". En 1980 apareció "Principios de incertidumbre"; en 1984, "Violín obligado" y en 1991, "Cabeza final". Su último libro, "¿Hay alguien ahí?", se publicó poco antes de su fallecimiento en enero de 2004.
Giannuzzi ganó los premios Municipal y Nacional de Poesía, además del Premio Konex - Diploma al Mérito 1984, 1994 y 2004. Fue un hombre de vida austera y ejercía un suave humor negro. La alusión al entorno social y cotidiano, la muerte, la incertidumbre, fueron frecuentados por su poesía tersa y de sorpresivos remates.
El crítico Mario Sampaolesi escribió: "Abrirse a la obra de Joaquín Giannuzzi es, de alguna forma, exponerse a la constatación de que la poesía - esa escritura de la incertidumbre pero también de la intensidad, esa escritura del no saber, del desconocimiento, esa escritura que habla también de su contrario - puede convertirse en una experiencia concreta. Todo en la poesía de Giannuzzi, impulsa hacia el mundo real; un mundo sólido, compacto, por momentos opresivo; un mundo donde el sentimiento dramático de la vida adquiere consistencia; un mundo en el cual los objetos revelan - al ser reconocidos en su completa dimensión de objeto - la propiedad central de su desnudez, de su despojamiento, de su precariedad."