A: José Ramón Roblero Sarmiento.
“Yo, Alma de Perro, conocido por varios y olvidado casi, que vive en los altos de Guanuca frente al mercado, que le encanta seguir la corriente de los demás porque así aprende, que anda de calle en calle, pisando polvos y chapaleando lodo, siempre sonriente, aunque me falte un diente, o no sé cuántos, la verdad es que con el tiempo son menos, y vieran el dolor de oído que me da en las noches frías y de Luna Llena. Cuando eso sucede no dejo dormir a los vecinos (y de suerte no tengo mujer durmiendo a mis costillas) porque los gritos que doy son aterradores, hasta se me erizan los vellos, y eso que soy lampiño, vieran ustedes qué lisas son mis piernas, en el pecho ni una sombrita.
Decía que soy Alma de Perro, aunque en verdad mi gracia está muy ligada al poeta de Prosas profanas y El pájaro azul; me dicen así, desde que jugaba béisbol en el campo del colegio San Luis, donde estudiaban los más limpios y distinguidos de la sociedad matagalpina; desde entonces me llaman así, porque yo corría mucho y era veloz, era un corre-caminos, rapidísimo y flaco, era uno de los mejores por no decir el mejor y el más veloz. No era jugando conmigo, cualquiera se equivoca porque me ven así, ¡supieran lo avispado que soy!, por algo en las “perreras” de hand ball siempre me buscaban, pues la platita siempre caminaba conmigo y donde me pusieran la “esférica” ahí estaban mis manos para atraparla. Y es que no era jugando conmigo, por Diosito que se los juro.
A todo mundo les decía que no se metieran en mis asuntos y no es que me guste la violencia y el cuecho, lo que pasa es que cuando alguien ataca yo también lo hago amablemente, siempre hago una historieta de cada desgracia humana, un chiste de lo desagradable y trato de ser comprensivo, aunque muchas veces siento que nadie me entiende, aunque siempre se ríen de lo que cuento, aunque no me crean pero me siguen la corriente y eso ya es mucho, pues saben quién soy, y conmigo no hay que andar jugando, porque tengo muchas mañas que aprendí en el barrio, como todo buen y puro guanuqueño, de los que dicen y prueban que les “hiede la vida”, aunque en verdad busco que nadie me joda, porque además de chintano me pueden arrancar el alma y ya sin alma quién soy, ¡Ay Dios mío!, solamente perro.
Y es que este barrio en verdad que es muy grande, una joya que brilla, aunque muchos ilustres ciudadanos se enojen pero la verdad es la verdad y no hay mentira que valga, bien saben que no es mentirita; pero bien, por aquí tenemos la bendita tradición de ponerle apodos a todo el mundo, por mucha corona que ande, sea de oro o de cobre, aquí eso no vale, quien no tenga apodo no ha pasado por este majestuoso y populoso barrio; cuando nos dicen una cosa bien sabemos hacerla grande y buscarle otros acomodos. Vieran a las mujeres de por acá cómo les fascina el chisme, hasta se ponen atentísimas escuchando los detalles y las vueltas de cada uno que se cuentan, pero lo lindo es que no sólo son ellas, también a los machos nos encanta, no hay quien nos aguante cuando entre tragos y tragos sacamos todos los tendederos del barrio, y vieran qué buenas fiestas las que armamos, todo mundo sale a bailar y a brincar. Todo lo hacemos chiste, de una simple controversia hacemos pleito y es que no podemos vivir en paz, siempre tenemos la necesidad de andar “jodiendo” para pasar de alguna manera la vida, esta vida de “perros” que llevamos. Pero bien, no viene al caso, la verdad es que soy un gran inventor de cuentos de lo que sucede aquí, en Guanuca y toda Matagalpa, porque a cada hora suceden cosas, unas muy interesantes, otras menos, pero para un inventor como yo, no hay niveles de importancia, todo es ecuación algebraica, pero de eso hablaré después, para que vean cómo me defiendo; decía que siempre sucede algo, aunque sean los pedos que a Pancho Casco se les escapan en ristra cuando dobla cada esquina, haciéndose el muy tonto como si nada sucede, después de andar hablando babosadas y chismeando con las beatas de por aquí y es que tiene arte el muy condenado. Pancho Casco posiblemente sea uno de los que casi me alcanza en asuntos de inventos, pero qué va, aún no me llega porque sabe que no es jugando conmigo y si entramos en competencia pues bien sabido es que me lo arrastro junto con los borrachitos amanecidos y orinados en las aceras.
A propósito de Pancho, el jodido tiene unas hermanitas que son muy políticas, además de guapitas mucho se mueven en esos asuntos de la Revolución y cuando se habla mal de sus dirigentes, ¡Dios me guarde!, pero no hay forma, a mí me encanta hincar y un día donde la Cayita, la mamita de estas guapitas, les dije que los dirigentes políticos sólo son bla-bla-bla, que la política es como un chiste, porque entre más cosas tienen que ver con el público más risas debés causar para que te aplaudan, sólo falta que en el diccionario se encuentre la palabra político como persona parecida al payaso de circo, tal vez así pueden ser más útiles, porque tantas reuniones es una desgracia para la vida del ciudadano, una desgracia para mí mismo que he andado de loco por ahí, haciendo política también, y no fue jugando lo mío, vieran las historias que yo hago de mí, de lo mucho que hice, fue tanto que me siento cansado, aunque el Che diga otra cosa sobre los revolucionarios o los hombres de vanguardia, pero ahora me dedico a la contemplación de las cosas y no de las estrellas, porque imagínense ustedes qué enredo ese, prefiero las bandidencias y puterías que aquí suceden, ese es el mundo en verdad, y aquí es donde tenemos que cuidarnos de algún defecto porque si no te cae un diluvio de chanchadas y en eso no estoy de acuerdo, porque yo sólo hago cuentos de calles y para ser honesto, siempre les pongo un poquito más de la cuenta, un tanto de pimientita, porque a la gente del pinol nos gustan las cosas bien condimentaditas, y eso hay que tenerlo en bien porque es obra y gracia del Señor por estos lados del planeta.
Antes dije algo sobre el álgebra y en estas ciencias no hay quien me llegue, siempre fui el primerito en el colegio y hasta llegué a unas tales olimpiadas matemáticas, ahí reventé a varios que se las daban de grandes cabezones, pero no contaban con Alma de Perro que en asuntos de números es la ley, que resuelve cualquier ecuación, que invade todo el campo del análisis, que domina variedades analíticas proyectivas, aunque se miren un conjunto de letras y números ligados entre sí, cualquiera dice: “para qué tanta babosada”, pero vieran lo que se puede hacer con esas letras y números, una serie de fracciones que pueden ser equivalentes, que pueden simplificarse y también reducirse a un común denominador, prefiero el álgebra porque es la única disciplina de la que entiendo, porque con ella le meto mente a los fenómenos y cuando hablo de ellos todos me escuchan muy atentos, como pendejos que sólo entienden de mis muecas y feos silbidos al hablar. No es jugando conmigo. En asuntos de letras y números siempre ando al tanto, por eso siempre me encanta el cuecho, los cuentos de caminos, pero tengan segurito queridos amigos que Alma de Perro no es ningún cuentecito y si usted cree que son mentiritas pues le invito a que venga aquí, a este cerro donde vivo, donde pego mis gritos de dolor de oído, frente al mercado en el barrio Guanuca, donde la vida hiede y protéjase de los apodos porque cuando salga de aquí ya lo llevará puesto. Pregunte por mí, Alma de Perro, y cualquier vagabundo despistado le dará razón de mí”.