Elias Domingo Galati. Argentina.

Elias Domingo Galati. Argentina.

EL MALHUMOR

Si bien es un término derivado de humor, nombre que reciben los líquidos corporales, también significa genio, índole, gracia, jovialidad y agudeza y en sentido positivo buena disposición para hacer alguna cosa.

Pero desde la psicología es una disposición afectiva, sea en sentido eufórico o depresivo, es decir buen o mal humor.

Pareciera ser temperamental y depender del diencéfalo.

Por lo tanto está de malhumor o malhumorado quién afectivamente se siente en un estado depresivo o quién ha sido puesto en esa situación por circunstancias externas o por otras personas.

Puede ser la imposibilidad de cumplir un deseo, o la ubicación o el rol dado externamente que no es del agrado del individuo, o que es impuesto por la fuerza, por autoridad o por capricho de otros.

También es la situación real en la que se encuentra por cualquier otra circunstancia fortuita o por fuerzas de la naturaleza, a la cual no se desea, se desprecia o se opone.

Hay un estado de desazón, de impotencia, que en algunos casos llega a la desesperación y que provoca una reacción anímica negativa, de rechazo y de profunda inquietud, transformada en malhumor.

El meollo de la cuestión es la percepción de haber perdido la conducción de la propia vida, que quedó atrapada en circunstancias o acontecimientos sociales, del macro de la realidad, escapando al propio control.

Es sentirse invadido, conducido donde no se quiere e incorporado a un grupo o masa que camina por la vida al  compás de agentes exteriores o determinado por líderes o personajes casi mesiánicos que se atribuyen el poder de salvación y de conducción social.

El camino no le es propio, no es el que hubiera elegido y marcha forzado sin quererlo ni desearlo.

Hay un aspecto individual del malhumor y un aspecto social.

El malhumor individual es malo para si, conduce a la angustia y a la tristeza y enturbia las disposiciones emotivas.

El ser se encuentra escindido, entre lo que es y lo que desea ser.

Sus esperanzas, sus proyectos, sus apetencias no son satisfechos y en cambio orbita en otros que están y son la verdad de su vida.

No puede comprender lo que sucede, ni porque le sucede, y desea vehementemente salir de esa situación, en principio hacia lo que considera la propia y luego a otra cualquiera con tal de salir de allí.

Vive amargado, no se relaciona bien con sus semejantes, en especial con su familia y su círculo íntimo y pasa por la vida maldiciendo su condición y su falta de proyección hacia lo que él considera que es.

El malhumor social es la secuela de una comunidad conflictuada, dividida, intolerante y a veces violenta, rencorosa y con animadversiones patentes entre los miembros que la componen.

También es la consecuencia de una vida que no se quiere, de no poder cumplir con los deseos y los proyectos, de la obediencia a cánones prescriptos que no se identifican con lo que se siente y de la imposibilidad de cambios.

Siempre acarrea con ella conflictos sociales, luchas de clases y de roles, injusticias evidentes y tratamiento diferencial entre unos y otros.

La sociedad, la economía, la política, el hombre en sí mismo está en crisis, y no puede disolver el conflicto.

A veces por la magnitud del mismo, pero la más de las veces por incapacidad, negligencia o por una postura ideológica que busca el conflicto y la confrontación como elemento de poder, como forma de sometimiento y también por que no de adhesión.

La responsabilidad civil de los gobernantes por dar a la gente de su pueblo una vida digna, tranquila, de bonhomía y de esperanzado placer, es sustituida por la fuerza desplegada hacia el acatamiento a sus ideas y sus posiciones, sin posibilidad ni siquiera de discusión.

Una sociedad de hombres malhumorados, se convierte en una sociedad pobre, triste, sin esperanzas y sin proyectos.

Toda la emoción que debería volcarse en la búsqueda de lo mejor, del desarrollo, del progreso y de la bondad en la vida social, se gasta en el enojo y la tristeza del malhumor.

Es responsable quien dirige, pero también quienes son dirigidos, porque ellos son los que deben dar un paso adelante e intentar cambiar la sociedad.

El amor, la bondad, la solidaridad y la amistad son los remedios que permiten cambiar el malhumor por un buen humor social.

 

Elías D. Galati

 

SIGLO XXI

 

Es el siglo veintiuno

que vivimos con pasión

ya no quedan más honestos,

sólo transero y ladrón;

 

la gente ya no funciona

sin un saque ¡por favor!

el cerebro está perdido

la droga se lo comió

 

hay barras por todas partes

no es el hincha, es un matón

pero como nadie paga

se confunde en el montón

 

no solo roban, te matan

por un poquito de alcohol,

de pasta o paco podrido

sin importarle el dolor

 

con un poco de poder

imponen su condición,

para cumplir los caprichos

ya no tienen corazón

 

cuando el poder se acumula

sos Dios en cada ocasión

lo manejas a tu antojo

como títere en función

 

si se opone a tus deseos

lo castigas sin perdón

clavándolo bien la guampa

infundiéndole terror

 

no hay mujer, niño o lisiado

que escape a la situación,

pobre, rico, hereje o guapo

bueno, sumiso o cabrón

 

arreglate como puedas,

el solidario murió,

si te toca, es tu problema

no me voy a ocupar yo.

 

Es el siglo veintiuno

que vivimos con pasión

como al paso y apurados,

con la transa y el ladrón.

Elías D. Galati -

wolfie@speedy.com.ar