EL MALHUMOR
Si bien es un término derivado de humor, nombre que reciben los líquidos corporales, también significa genio, índole, gracia, jovialidad y agudeza y en sentido positivo buena disposición para hacer alguna cosa.
Pero desde la psicología es una disposición afectiva, sea en sentido eufórico o depresivo, es decir buen o mal humor.
Pareciera ser temperamental y depender del diencéfalo.
Por lo tanto está de malhumor o malhumorado quién afectivamente se siente en un estado depresivo o quién ha sido puesto en esa situación por circunstancias externas o por otras personas.
Puede ser la imposibilidad de cumplir un deseo, o la ubicación o el rol dado externamente que no es del agrado del individuo, o que es impuesto por la fuerza, por autoridad o por capricho de otros.
También es la situación real en la que se encuentra por cualquier otra circunstancia fortuita o por fuerzas de la naturaleza, a la cual no se desea, se desprecia o se opone.
Hay un estado de desazón, de impotencia, que en algunos casos llega a la desesperación y que provoca una reacción anímica negativa, de rechazo y de profunda inquietud, transformada en malhumor.
El meollo de la cuestión es la percepción de haber perdido la conducción de la propia vida, que quedó atrapada en circunstancias o acontecimientos sociales, del macro de la realidad, escapando al propio control.
Es sentirse invadido, conducido donde no se quiere e incorporado a un grupo o masa que camina por la vida al compás de agentes exteriores o determinado por líderes o personajes casi mesiánicos que se atribuyen el poder de salvación y de conducción social.
El camino no le es propio, no es el que hubiera elegido y marcha forzado sin quererlo ni desearlo.
Hay un aspecto individual del malhumor y un aspecto social.
El malhumor individual es malo para si, conduce a la angustia y a la tristeza y enturbia las disposiciones emotivas.
El ser se encuentra escindido, entre lo que es y lo que desea ser.
Sus esperanzas, sus proyectos, sus apetencias no son satisfechos y en cambio orbita en otros que están y son la verdad de su vida.
No puede comprender lo que sucede, ni porque le sucede, y desea vehementemente salir de esa situación, en principio hacia lo que considera la propia y luego a otra cualquiera con tal de salir de allí.
Vive amargado, no se relaciona bien con sus semejantes, en especial con su familia y su círculo íntimo y pasa por la vida maldiciendo su condición y su falta de proyección hacia lo que él considera que es.
El malhumor social es la secuela de una comunidad conflictuada, dividida, intolerante y a veces violenta, rencorosa y con animadversiones patentes entre los miembros que la componen.
También es la consecuencia de una vida que no se quiere, de no poder cumplir con los deseos y los proyectos, de la obediencia a cánones prescriptos que no se identifican con lo que se siente y de la imposibilidad de cambios.
Siempre acarrea con ella conflictos sociales, luchas de clases y de roles, injusticias evidentes y tratamiento diferencial entre unos y otros.
La sociedad, la economía, la política, el hombre en sí mismo está en crisis, y no puede disolver el conflicto.
A veces por la magnitud del mismo, pero la más de las veces por incapacidad, negligencia o por una postura ideológica que busca el conflicto y la confrontación como elemento de poder, como forma de sometimiento y también por que no de adhesión.
La responsabilidad civil de los gobernantes por dar a la gente de su pueblo una vida digna, tranquila, de bonhomía y de esperanzado placer, es sustituida por la fuerza desplegada hacia el acatamiento a sus ideas y sus posiciones, sin posibilidad ni siquiera de discusión.
Una sociedad de hombres malhumorados, se convierte en una sociedad pobre, triste, sin esperanzas y sin proyectos.
Toda la emoción que debería volcarse en la búsqueda de lo mejor, del desarrollo, del progreso y de la bondad en la vida social, se gasta en el enojo y la tristeza del malhumor.
Es responsable quien dirige, pero también quienes son dirigidos, porque ellos son los que deben dar un paso adelante e intentar cambiar la sociedad.
El amor, la bondad, la solidaridad y la amistad son los remedios que permiten cambiar el malhumor por un buen humor social.
Elías D. Galati
SIGLO XXI
Es el siglo veintiuno
que vivimos con pasión
ya no quedan más honestos,
sólo transero y ladrón;
la gente ya no funciona
sin un saque ¡por favor!
el cerebro está perdido
la droga se lo comió
hay barras por todas partes
no es el hincha, es un matón
pero como nadie paga
se confunde en el montón
no solo roban, te matan
por un poquito de alcohol,
de pasta o paco podrido
sin importarle el dolor
con un poco de poder
imponen su condición,
para cumplir los caprichos
ya no tienen corazón
cuando el poder se acumula
sos Dios en cada ocasión
lo manejas a tu antojo
como títere en función
si se opone a tus deseos
lo castigas sin perdón
clavándolo bien la guampa
infundiéndole terror
no hay mujer, niño o lisiado
que escape a la situación,
pobre, rico, hereje o guapo
bueno, sumiso o cabrón
arreglate como puedas,
el solidario murió,
si te toca, es tu problema
no me voy a ocupar yo.
Es el siglo veintiuno
que vivimos con pasión
como al paso y apurados,
con la transa y el ladrón.
Elías D. Galati -
wolfie@speedy.com.ar